viernes, 4 de febrero de 2011

Silencio

Silencio.
Dejar el sonido detrás de una cárcel de carne y huesos.
Quiero callar,
permanecer sin emitir palabra sentado en la noche,
en una vereda sin ser visto por nadie,
encender tal vez un cigarrillo,
Confundirme con el humo que juega entre los dedos,
dejarme envolver, tapar, cegar por el silencio,
y romper la distorsión de los motores en las avenidas.

Ser una sombra y estar hecho de sombras,
pasar entre la gente con la fuerza del viento en otoño.
Golpear contra los carteles,
las imagenes,
contra los muros que gritan por dentro,
contra las oficinas que rugen en los edificios.

Quiero hacer silencio,
apagarme,
extinguirme,
ver desde el centro de mi sombra
la luz de los hospitales,
y otras desgracias,
para sentirme menos que el humo
de los automóviles.
Haciendo callar a todos con mi silencio,
rotundo,
estupefacto,
violento,
asesino

Y una vez que todo sea silencio,
un silencio blanco,

un silencio manso,
terrible,

un silencio que grita sigilosamente,
palabras nunca antes escuchadas,
podré así,
muerto de silencio,
con mi voz rota por el callar,
volver por fin
trémulo,
con los labios secos de tanto silencio,
 a tomar la palabra

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